El Premio Nobel de Ajedrez

Nelson

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Cuento dedicado al enseñador de Ajedrez M. P.

Había una vez -como comienzan los cuentos- en una ciudad bonita de gente muy noble y sencilla, vivía un enseñador de Ajedrez llamado Methengo Pena que los parroquianos pensaban y él mismo soñaba, que en un gran tablero, él era una pieza importante porque a veces salía en la prensa local enseñándole Ajedrez al Alcalde,  famoso por hacer trampas. Pero M. P. no se daba cuenta que en tablero él era un simple Peón doblado en h3 que apenas servía para defender al Rey del ataque rival, pero peonmente* sin esperanzas de avanzar.

Un día en la lejana ciudad de M. P. se corrió la noticia de que la Real Academia de Ciencias de Suecia iba a instaurar el Premio Nobel de Ajedrez y todos pensaron que  Methengo se lo merecía ya que era el único enseñador de la región y que aunque no poseía aún el título de Instructor, no habían más candidatos para optar por el galardón sueco… Además, era amigo del Alcalde.

Al gran M. P.  no se le conocía una partida oficial en torneos, pero cada vez que jugaba con sus alumnos él planteaba el Jaque Mate del Pastor y llegó a tener tanta habilidad para aplicar ese Mate, que también lo utilizaba cuando jugaba con piezas negras!. Algo novedoso en la Teoría del Ajedrez. A tal efecto, realizó profundos análisis, impartió charlas por los poblados aledaños y se convirtió en un promotor del Jaque Mate Pastor con las piezas negras.

Cuando los Comisionados de la Real Academia conocieron de la existencia de M. P. organizaron una visita a la ya famosa ciudad de Methengo Pena para recopilar  información de sus novedosos y raros trabajos sobre el Jaque Mate Pastor con negras y conocer en el terreno las cualidades del enseñador. Uno de los requisitos para poder concursar finalmente por el Premio Nobel de Ajedrez era jugar una partida con uno de los Comisionados, quien realmente no era un gran conocedor del Juego Ciencia,  por lo que M. P daba por segura su victoria.

Gran expectación produjo en la ciudad, muy bien engalanada por el Alcalde, la esperada partida del enseñador de Ajedrez y el rubio funcionario.  Hombres, mujeres, ancianos, niños, vagos y carteristas se reunieron en la plaza pública para ver el encuentro del ídolo municipal y el sueco. Pero qué fatalidad, Methengo Pena que con piezas negras estaba deseoso de  demostrar su capacidad para hacer el Jaque Mate del Pastor con negras, sufrió una gran decepción porque su rival comenzó la esperada partida con 1.-d4, impidiéndole realizar su famoso Mate.

De pronto M. P. comenzó a sudar, le dieron escalofríos, dolores de estómago, pero como persona tozuda que era, improvisó en unos segundo su otro gran descubrimiento: el Jaque Doble del Pastor en el Flanco Dama!. El público estaba alborotado, los aficionados gritando a su favor: Arriba Methengo!, ahora sí Methengo!, tú sí puedes Methengo!, mientras los carteristas protegidos del Alcalde, hacían su zafra entre los espectadores.

Sin embargo, el sueco, que no entendía una palabra del lenguaje parroquiano, con gran serenidad jugó 5.-Ca3 cuando Methengo llevó su Alfil a f5 y el Caballo a b4 para dar su Jaque Doble del Pastor en c2. En este momento a Methengo le bajó el azúcar en la sangre, el dolor de estómago se agudizó transformándose en cólicos insoportables, acompañados de efluvios gaseosos estruendosos, tan paralizantes que a petición del público y de las autoridades de Salud Pública tuvo que abandonar la partida para ir al baño, perdiendo su oportunidad de ganar el Premio Nobel de Ajedrez.

Pero ese día Methengo estaba de suerte. A las dos horas, al regresar aliviado en una camilla del 911 tras realizar sus necesidades fisiológicas y bajo los efectos de brebajes antipasmódicos preparados por los brujos amigos, los comprensivos Comisionados suecos le dieron un Premio Nobel de Consolación: El Premio Químico-Físico del Ajedrez por convertir el Jaque Doble del Pastor en gases y sonidos.

Desde ese día todos vivieron muy felices -como terminan  los cuentos- y al enseñador de Ajedrez el Alcalde lo nombró Instructor químico-físico del Juego Ciencia. No obstante el premio obtenido, Methengo continuó siendo el simple Peón doblado en h3 que apenas servía para defender al Rey del ataque rival pero peonmente* sin posibilidades de llegar a la octava fila, porque en definitiva soñando no se obtienen títulos y siguió siendo el enseñador de Ajedrez en una ciudad bonita de gente muy noble y sencilla…                                                                                                   

FIN DEL CUENTO

* Que piensa como un Péon.

 

 

 

 

 

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